Pésimo partido del Real Zaragoza que no pudo con un Real Valladolid mermado por las ausencias. El definitivo 0-2 acaba con la racha de siete jornadas sin perder.
Ya en la previa destacaba la importancia de jugar con intensidad y cabeza, precisamente, esta mañana, por llevarme la contraria, escasearon ambas.
Podría hablar del partido, de los dos goles encajados, de si era o no era penalti, del vacío en el centro del campo o del único remate a puerta local y de lo flojo que ha sido. Pero repasar este encuentro sería masoquismo puro. Sólo me limitaré a comentar el patrón que se repetía constantemente durante los 90 minutos: "Ortuño, controlas y pierdes". Un patrón que hay que revisar, comprobar, entender y corregir. Porque Ortuño es un delantero corpulento, sacrificado y luchador. Pero la pregunta no es cuestionar la calidad del punta, de la que todos somos conscientes, sino de cuánto de esas pérdidas de balón era obra del delantero y cuánto por falta de ayudas, reparando así en la necesidad de alguien que se ofrezca para continuar la jugada, de la existencia de un segundo punta o un enganche que apoye al delantero. Lo que sí ha quedado claro es que Ortuño con Diamanka gana mucho y que si el senegalés no tiene sustituto, habrá que pensar en otra solución que no sea un simple cambio de cromos.
Los que nos hemos desplazado al campo, hemos tenido el privilegio de presenciar un milagro, una obra divina que ya hubieran querido vivirlo Manu del Moral o André Leao, lesionados durante el encuentro de hoy. A mediados de la segunda parte Álvaro Rubio sufría unas molestias, debían de ser muy dolorosas por la forma de hacer la croqueta, el corazón se me empequeñecía como a todos los de mí alrededor, el jugador llevaba un par de minutos sin poderse levantar, maldita sea, otro Jaime, otro Wilk... Pero en el fútbol al igual que hemos visto a gente decir adiós a su carrera, a veces, pocas, muy pocas, ocurren los milagros. En este caso los huesos de Álvaro en cuestión de segundos se fueron soldando, los músculos recuperando y el jugador tras permanecer unos minutos tumbado sobre el terreno de juego, pudo volver a trotar y correr. Porque a veces, los milagros existen y hay que creer en ellos.
Otro de los momentos a destacar, es la figura del colegiado, puede pitar mal, incluso peor, puede ver como se le ríen los jugadores con pérdidas de tiempo y fingiendo lesiones. Pero en el nuevo sigo XXI ya no se llevan las amonestaciones verbales y la tarjeta, sino la moda del postureo, esta moda se ha establecido en este país y parece que por suerte tardará mucho irse, ¿de qué sirve una amarilla si puedes poner un pecho palomo?. Mucho mejor, dónde vamos a parar.
Y finalmente, lo último que tengo que comentar, es homenajear y apreciar el esfuerzo, hoy del juez de línea ha hecho su trabajo y más, como hay que hacer, el asistente ha levantado el brazo queriendo participar incluso cuando no era necesario, un ejemplo de dedicación laboral. No es el único, en el otro lado del campo estaba Abraham, calentando en la banda durante 60 minutos. Y es que cuando hay que elogiar hay que elogiar, no lo vamos a negar, hoy Abraham es quien más ha corrido del Real Zaragoza en todo el encuentro, así que premio para él y también para Popovic que no ha querido entorpecer esa continuidad introduciéndolo en el campo como tercer cambio, ¿para qué?, con dos vamos sobrados.
Podríamos haber dedicado nuestra crónica a hablar de fútbol, pero de eso no hemos tenido en el partido de hoy, quizás a lo mejor en el siguiente, en el del domingo que viene a las 19:15 entre A.D. Alcorcón y Real Zaragoza en el Estadio de Santo Domingo. Puede que en ese sí que podamos hablar de fútbol.
¡Siempre Real Zaragoza!
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