Volvió la Romareda a sus orígenes, a volver a disfrutar de la fiesta del fútbol, de aquellos años en que los jugadores blanquillos se dejaban la piel en el campo, luchaban cada pelota y peleaban hasta gastar su última bocanada de aliento. Respaldados fielmente por una afición que siempre ha sabido reconocer las ganas y el esfuerzo de sus jugadores Pero la fiesta no llegó a ser del todo completa debida al resultado. El empate sigue sin premiar la intensidad del equipo, pero si valoramos el partido de manera imparcial, ambos equipos hicieron méritos para llevarse el encuentro.
Durante la primera parte el esférico fue de Osasuna, que aunque no creó prácticamente jugadas que pusieran a prueba a Whalley, asediaron los alrededores del área maña, llegando a estrellar una pelota en el travesaño. El Real Zaragoza, a diferencia que en años anteriores, se mostró mucho más compacto y sólido que en temporadas anteriores. No sólo la defensa rindió a un alto nivel, las ayudas defensivas durante todo el partido de Pedro, Muñoz y sobretodo Álamo, evitaron que Osasuna llegara con claridad. Antes de llegar al descanso Pedro anotaría el 1-0 para el conjunto aragonés, magistral centro de Fernández y esplendido cabezazo del exjugador del Córdoba, que la pica hacia abajo para dificultar más la estirada del meta.
En la segunda parte el Real Zaragoza intentó matar el partido buscando el segundo gol, pero sin éxito, las llegadas desde las bandas de Álamo y Pedro nunca finalizaron con criterio, buscando al delantero. Ambos jugadores no terminan por cuajar sus llegadas por las bandas, siempre forzando el último regate y realizando el pase tarde o perdiendo la posesión. Como ya mencioné antes, estuvieron más certeros en las ayudas defensivas que en el ataque.
Pasada la media hora de la segunda parte el cansancio se empezó a notar en las piernas de los jugadores, Muñoz, Galarreta, Pedro, Dorca fueron víctimas del esfuerzo realizado durante más de una hora. Aún así Víctor decidió que el primer cambio fuera Cabrera por Vallejo, el joven canterano ya llevaba una tarjeta amarilla y el técnico no quería llegar a verse en superioridad numérica, cambio lógico que hacía retirar a uno de los jugadores más metidos en el partido. Pero quizás el cambio que más determinó el encuentro fue la entrada de Cedrick en el conjunto rojillo. El desgaste físico de los de Víctor Muñoz se puso en evidencia con las internadas de Cedrick por la banda derecha del conjunto maño. Con el equipo partido en dos, Víctor realizó su segundo cambio, pero la entrada de Adán por Muñoz no consiguió su cometido, Adán se sumó a las contras pero sus piernas frescas no colaboraron en el aspecto defensivo para dificultar la salida de Osasuna.
El tercer cambio fue el de Diogo por Galarreta en los compases finales del partido, con la intención de reforzar la banda de Fernández en la que Cedrick ya se había hecho dueño y señor. Sin embargo el gol llegaría en una internada por la banda izquierda en el minuto 94. Dorca ya no tiene energía para seguir a De Las Cuevas, Diogo va a la ayuda tarde y posteriormente se desentiende de su marcaje tan pronto De Las Cuevas suelta el balón, tampoco Rico está atento al jugador que se desmarca por su costado y devuelve el balón a De Las Cuevas para que acabe marcando. Desajuste de la defensa que a pesar de procurar mantener la línea es azotada con el mayor de los castigos, el gol.
Con este empate el Real Zaragoza suma su segundo punto tras dos jornadas, sin embargo, a pesar de que los comienzos sean similares a los de la campaña pasada, las sensaciones son otras, se percibe que los 3 puntos están por llegar, quizás en el próximo partido, el que enfrentará al Real Zaragoza contra el Barcelona B en el Miniestadi el Domingo a las 7 de la tarde, ahí es donde obtendremos la victoria.
¡Siempre Real Zaragoza!